Como resultado de un proceso de transferencia tecnológica entre la academia y la industria (en el que participó la FJR), dos estudiantes de Ingeniería Naval vivenciaron el proceso de construcción de una barcaza para Montes de Plata y registraron sus experiencias en un Manual que quedó como referencia para las PYMES nacionales del sector. 

Desde febrero de 2015, las PYMES del sector naval uruguayo cuentan con un Manual donde pueden conocer el proceso aplicado durante la construcción de una de las barcazas de Montes del Plata en el Astillero de la Armada, en el cual fueron utilizados tecnologías y métodos novedosos para el sector. El documento es el resultado de un proyecto de transferencia tecnológica en el que participaron el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM-DINAPYME), la Facultad de Ingeniería (FING) y Fundación Julio Ricaldoni (FJR).

“Este convenio se propuso capturar y transferir los conocimientos que aplica Galictio Tiferey, un consorcio hispano-uruguayo que utiliza tecnologías y procesos novedosos, que opera en Uruguay, hacia el conjunto de las PYMES navales nacionales, con la activa participación de la academia”, explicó Jorge Freiría, ingeniero naval y docente del área de Arquitectura Naval del Instituto de Mecánica de Fluidos e Ingeniería Ambiental de FING.

Compartiendo conocimientos

Paula La Paz y Marcelo Álvarez –ambos estudiantes de Ingeniería Naval de FING- fueron los responsables de viabilizar esta transferencia. Entre agosto de 2013 y abril de 2014, los jóvenes participaron en el proceso de construcción de la tercera barcaza que Galictio Tiferey fabricó para la empresa Montes de Planta. “Pudimos ver como se hacen las cosas y por qué, desde el momento en que se reciben los materiales de construcción hasta el bautismo de la embarcación”, narró con entusiasmo Álvarez.

Posteriormente, traspasaron el conocimiento adquirido a la industria local de formas diversas. Mientras que Álvarez realizó una pasantía en una PYME nacional, La Paz –con el apoyo de Freiría- transformó su participación en la redacción de un libro que muestra las experiencias recogidas durante la construcción.

“Este Manual –de nombre Construcción naval en Uruguay: seguimiento de un modelo de gestión- es lo mejor que podríamos ofrecer a las empresas navales del país, porque les va a quedar como material de referencia y consulta, lo cual es especialmente beneficioso para las PYMES, que generalmente tienen poco acceso a información” señaló Freiría. Está previsto que el documento sea presentado en el mes de octubre en el marco del Congreso Panamericano de Ingeniería Naval, que se realizará en Uruguay.

“Enamorarse de los barcos”

Freiría está convencido de que las prácticas profesionales aportan motivación a los estudiantes. “Cuando tienen la posibilidad de hacer lo que les gusta se enamoran de la profesión y este amor necesariamente se traslada al aula, porque genera que el joven quiera aprender más, sea más receptivo y tenga una mejor comprensión de lo que se le enseña”, dijo.

Los estudiantes comparten las apreciaciones del profesor. Paula, quien tiene definida su vocación por los barcos desde cuarto año de liceo, comentó: “en 2014 cursé la materia Estructura de Buque y me resultó muy fácil porque ya conocía todas las partes del barco, gracias a esta experiencia sabía dónde estaban y para qué servían”.

Aunque con timidez, el número de “enamorados” de los barcos va aumentando, según datos de la matrícula de estudiantes en Ingeniería Naval aportados por el docente. “En las últimas décadas ingresaban entre 1 o 2 estudiantes por año a esta carrera, pero en 2012 y 2013 se produjo un leve aumento en la tendencia y en 2015 tenemos unos 7 estudiantes cursando primer año”, comentó.

El docente es optimista con respecto a las perspectivas de la ingeniería naval en el país. “Hay al menos tres factores que hacen posible vaticinar un desarrollo medianamente dinámico del sector: la posible extracción de petróleo en territorio uruguayo, la renovación de la flota de barcazas de los países de la región y un acuerdo firmado el año pasado entre Brasil y Uruguay por el cual el mercado local podrá suministrar construcción naval a este gigante país vecino”, explicó.

Un ejemplo exitoso de articulación

Freiría es enfático al afirmar que el rol de FING y de la FJR fue “absolutamente necesario” para lograr que este proyecto llegara a buen puerto. “Ambas instituciones cumplieron un rol de articulador o de tercero independiente ante las partes involucradas, ejecutando y gestionando el programa de forma muy eficiente”.

Por su parte, Julieta López –directora ejecutiva de la FJR- señaló: “este proyecto se enmarca perfecto en una de las líneas estratégicas de la Fundación, que tiene que ver con articular los problemas del sector productivo uruguayo con las capacidades existentes en FING para propender a su resolución”. “Esperamos replicar esta clase de experiencias que suponen importantes beneficios para todas las partes involucradas”, concluyó.