A sus 31 años, la uruguaya Yaiza Canzani ha recibido una beca que la Fundación Alfred Sloan brinda a los científicos jóvenes más brillantes de Estados Unidos y Canadá. “Estudiar matemática en Uruguay me puso un paso adelante”, dijo.
Yaiza es licenciada en Matemática egresada de la Facultad de Ciencias (Udelar) y tiene un doctorado en la Universidad de McGill (Canadá). Fue docente en la Facultad de Ingeniería (Udelar) y en la Universidad de Harvard (Estados Unidos), trabajó en el Institute for Advance Study de ese país y actualmente lo hace en la Universidad de Carolina del Norte, donde divide su tiempo entre la docencia y la investigación.
Desde febrero, su currículum incluye la beca que la Fundación Sloan le otorgó por encontrarse entre los jóvenes investigadores más destacados por su potencial y por sus logros. “Es un gran reconocimiento. En el ámbito de la matemática no hay muchos premios y este es uno de los importantes. La beca me permitirá acceder a un apoyo económico con el podré dedicarle más tiempo a la investigación y quizás incorporar algún colega al proyecto”, señaló.
Desde hace una década, los estudios de Canzani están enfocados en estudiar soluciones de la ecuación de Schrödinger, una formulación matemática que data de 1926, para lo cual ha tendido puentes entre disciplinas como la matemática y la física. “Mi investigación apunta a entender el comportamiento de las funciones que resuelven esta ecuación que estudia el comportamiento de las partículas cuánticas”.
El encuentro con la vocación
“Cuando tenía 18 años y tuve que elegir qué carrera estudiar, sabía que era buena en matemática y que me gustaba la química. Elegí estudiar matemática porque la Facultad de Ciencias estaba a 10 minutos caminando de casa, mientras que la de Química me quedaba a una hora en ómnibus. Después de que empecé la carrera me di cuenta que me encantaba”, narró con una sonrisa.
Hoy no duda en afirmar que el desafío constante es lo que más disfruta de su profesión. “Me gusta resolver problemas, hacerme preguntas y darme la cabeza contra la pared durante meses hasta encontrar una respuesta. Ese momento en que encuentro una solución tiene una carga de felicidad importantísima”, dijo. La flexibilidad laboral, que le permite acomodar los horarios a lo que el cerebro necesita, y la posibilidad de viajar con frecuencia, son otros aspectos que valora de su trabajo.
Una buena base
“Cursar la licenciatura en Uruguay me sirvió muchísimo porque durante cuatro años recibí una formación muy especializada, lo que me puso adelante de personas que se licenciaron en Estados Unidos o en Canadá. Cuando empecé mi doctorado, por ejemplo, todos los cursos que tomé durante el primer año, ya los había hecho en la licenciatura. Eso me sirvió mucho, porque permitió que me concentrara en adaptarme a vivir en un nuevo país y con un nuevo idioma”, dijo.
“A los adolescentes que están definiendo qué carrera estudiar y aún no lo tienen claro, me gustaría decirles que no se preocupen, porque van a terminar descubriendo su camino, aunque eso implique dar un paso atrás. Y a los jóvenes investigadores, les diría que lo más importante es que se diviertan desafiándose a sí mismos”, concluyó.