La Biofábrica de Enemigos Naturales es un emprendimiento que se dedica a criar masivamente insectos para control biológico de plagas que afectan a la producción hortifrutícola.

El proyecto propone utilizar el insecto Chrysoperla Externa o Crisopa como herramienta de control biológico de plagas porque está demostrado que es eficiente, de bajo impacto ambiental y de fácil aplicación utilizada como un “insecticida biológico”. Plantean que el uso de insecticidas convencionales en la producción hortifrutícola es cada vez más cuestionado por los costos ambientales y sociales que presenta, por la ineficiencia en el control de ciertas plagas e incompatibilidad con las nuevas exigencias de los mercados consumidores.

La Crisopa es un insecto conocido como depredador de muchas plagas de cuerpo blando (como pulgones, moscas blancas, lagartas y polillas) que generan importantes pérdidas económicas a los productores.

Los emprendedores pretenden comercializar los huevos o las larvas pequeñas de las Crisopas. En los próximos meses van a trabajar con productores de cultivos protegidos de morrón del norte y del sur del país para ajustar los detalles del producto: tipo de envase, dosificación, forma de aplicación, conservación, aspectos logísticos, etc.

La utilización de este insecto no afecta la salud de los usuarios ni de los consumidores, no deja ningún tipo de residuo tóxico sobre los alimentos,  tiene muy bajo impacto ambiental y no genera plagas resistentes.

Apoyados por Fundación Ricaldoni, a través del programa evolucioná!, actualmente están trabajando en la Validación de la Idea de Negocio, herramienta de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE). Cuentan con el apoyo de la Intendencia de Montevideo, que les concedió el espacio para instalar un laboratorio en el Centro de Barrio Peñarol.

Además, esta iniciativa cuenta con el aval de la Asociación de Fomento de Pequeños y Medianos Productores de Villanueva y la Sociedad de Fomento Rural Sin Fronteras (Canelones).

 “Entusiasmo, ganas y orgullo”

El emprendimiento es desarrollado por los ingenieros agrónomos Soledad Delgado, Evelin Pechi, Nicolás Yakimik y Estefani Camacho.

Soledad Delgado relató que el proyecto surgió naturalmente y de una manera “bien horizontal desde el arranque”. “Evelín investigó en su maestría sobre este controlador biológico, por otro lado, teníamos la inquietud de trabajar en algo que aportara para minimizar el uso de insecticidas en la producción de alimentos. Ahí empezó una suerte de coqueteo con la idea entre todos”, indicó.

La emprendedora también explicó que tienen “mucho entusiasmo y ganas” porque consideran que este es solo el primer producto al que “le tienen una fe increíble”. “Más allá de que nosotros planteamos el mercado inicial de cultivo protegido de morrón o cítricos, hay otros cultivos como el cannabis que es un mercado que está más que interesado”, subrayó.

Para poder validar técnicamente el proyecto fue necesario instalar un laboratorio de cría masiva Crisopas y de su hospedero alternativo Sitotroga cerealella (polilla de los granos), cuyos huevos sirven de alimento para las larvas de los insectos que pretenden comercializar.

“La polilla que nosotros producimos para darle de comer a este “bicho” también sirve de alimento para muchos otros depredadores de plagas. Lo que nos tiene más orgullosos es haber logrado criar esa polilla exitosamente, porque abre las puertas para producir otros biocontroladores y atraer otros mercados”, indicó Soledad.

Según los emprendedores, a nivel productivo esta tecnología se puede incorporar como un insumo compatible con la producción orgánica, integrada y convencional. A nivel técnico, les brinda a los ingenieros agrónomos una nueva herramienta para incorporar a sus recomendaciones y planes de manejos de plagas.

 

 

Asimismo, consideran que se trata de una propuesta innovadora dado que en Uruguay no existe un centro de producción masiva de insectos que se alimenten de otros insectos.