Además de María Simon, que es la decana de la Facultad de Ingeniería, tres de los 10 institutos de esta casa de estudios son dirigidos por mujeres. Alicia Fernández está al frente del Instituto de Ingeniería Eléctrica, Rosario Casanova lidera el Instituto de Agrimensura y Claudia Lareo el de Ingeniería Química. Con ellas conversamos sobre los desafíos que supone ser mujer en una Facultad con histórica predominancia masculina. 

En los últimos años, el porcentaje de mujeres que ingresa a estudiar a Facultad de Ingeniería ha variado entre el 20 y el 24%. Más allá de éstas cifras, Rosario, Claudia y Alicia descubrieron tempranamente su vocación por la ingeniería, impulsadas por el gusto por las matemáticas y el placer por experimentar y resolver desafíos.

En estos días que está ingresando una nueva generación a Facultad de Ingeniería, las tres coinciden en sugerir a los nuevos estudiantes que disfruten del proceso. Si bien la carrera requiere muchas horas de “asiento, de estudio”, les recomiendan participar de la vida de los institutos, generar grupos de estudio y aprovechar las oportunidades que brinda la vida académica. Aquí, cuentan su experiencia en la carrera:

El gusto por resolver problemas

Alicia Fernández descubrió su vocación en la niñez. Recuerda la definición de recta y otros conceptos matemáticos que aprendió en la escuela pública, explicados por una joven maestra que la motivó mucho: la legisladora y ex ministra del Interior Daisy Tourné. Cuenta que en el liceo disfrutaba de la física y la matemática, y de reparar artefactos eléctricos. “Siempre iba para el lado de la ciencia y la matemática”, relató.

La elección de la carrera estuvo motivada por el gusto y la facilidad para resolver problemas, desafíos que le atraen hasta el día de hoy. “Me siguen motivando los desafíos, que siga habiendo algo para resolver, modelando, agregando electrónica, software. Yo trabajo mucho con otras disciplinas, la ingeniería eléctrica nos brinda la posibilidad de darle soluciones a problemas que están relacionados con otras áreas”. Por ejemplo en procesamiento de señales, su área de especialización, interactúa con médicos, veterinarios, agrónomos o ingenieros expertos en otras áreas.

Destaca que cursó todos sus estudios en la enseñanza pública. A la hora de rememorar el primer día de clases en facultad, admite que se sintió “intimidada”. “Yo era una estudiante de 18 años, tímida, que se sonrojaba, y el ingreso a facultad intimidaba”. Considera que era una “Facultad muy masculina”, pero resalta que disfrutó mucho su época de estudiante. “Había mucha energía y mucha integración generacional. Lo vivía como que éramos todos compañeros, años muy vitales y divertidos. Me tocó el último período de la dictadura, fueron años de empezar con la apertura”, relató.

“Los años de Facultad fueron de mucho aprendizaje y en ese proceso no noté grandes dificultades por ser mujer. Así lo he vivido durante toda la carrera. Capaz que las mujeres tenemos que esforzarnos un poquitito más, pero he tenido la suerte de trabajar en el Instituto de Ingeniería Eléctrica donde siempre hubo un ambiente de mucho compañerismo”, explicó.

“Ser mujer en ingeniería es un gran desafío”

“En la actualidad, en el orden de 50% de la matrícula de Ingeniería en Agrimensura está conformada por mujeres, pero esto no siempre fue así, son fronteras que se han ido ampliando en el corto plazo”, dijo Rosario Casanova, directora del Instituto. Como muestra, basta decir que ella es la primera mujer en acceder a este cargo en más de 100 años de historia.

“Sentarme en la mesa del Consejo o del Claustro es emocionante, me genera un sentimiento de reivindicación, de decir ´sí se puede´, porque para las mujeres no ha sido fácil abrirse camino en esta profesión”, afirmó. Rosario dice que la profesión del ingeniero agrimensor ha estado muy asociada a un rol masculino hasta por un tema de fuerza: puede implicar pasar horas en el campo midiendo con equipos que son pesados.

Las anécdotas abundan en su charla. “Al poco tiempo de recibirme, concurrí a hacer unas mediciones al campo acompañada por mi padre, y cuando el contratista nos vio, se dirigió directamente a él y lo llamó ´Ingeniero´, sin poder creer que la profesional fuera yo”, dijo. En otro momento, cuenta con orgullo que es la primera mujer en ostentar el título de Ingeniera Agrimensora, porque hasta entonces los expedían con la leyenda de Ingeniero Agrimensor, sin importar el género del egresado.

Desde niña, Rosario tenía claro que iba a seguir una carrera vinculada a las matemáticas, pero la confirmación de la vocación le llegó en el último año del liceo, cuando un ex alumno fue a contar lo que hacían los ingenieros y explicó que los agrimensores salían a medir, hacían planos y tenían más contacto con la gente. Hoy dice que lo que más le gusta de la profesión es la diversidad de áreas temáticas que aborda: temas legales, geofísicos, topográficos, informáticos, astronómicos, avaluatorios, fotogramétricos y una larga lista de “etcéteras”.

“A las jóvenes que están empezando a estudiar esta carrera, les diría que ser mujer en ingeniería es un desafío permanente, pero que se puede, que ésta no es una carrera exclusiva para hombres. Las invito a preguntarse ¿por qué no?”, reflexionó.

“Nunca me sentí discriminada”

Claudia Lareo cursó la primera parte de la carrera en Facultad de Química y terminó sus estudios en Facultad de Ingeniería. “En aquella época, cuando terminé el ciclo básico de la carrera y pasé de Facultad de Química a Ingeniería, éramos muy pocas mujeres, en algunos cursos era casi la única; aunque siempre me sentí integrada, nunca discriminada”, recuerda.

Rememora la influencia de su padre a la hora de elegir su profesión. Él era foguista y tenía inclinación por la química. Sin embargo, destaca que su elección marcó un quiebre respecto a las mujeres de su familia: su bisabuela, abuela, madre y tía fueron maestras.

Claudia cuenta que disfruta mucho de la labor docente por el intercambio que supone con los estudiantes, así como las tareas de investigación. Respecto a su trabajo de profesora destaca la gratificación que implica constatar el interés y las preguntas de los alumnos que muchas veces enriquecen el proceso de aprendizaje.

“En el ambiente profesional nunca me sentí discriminada en Facultad. En los grupos de trabajo en los que estoy participan muchos hombres y me siento integrada. Tal vez en una industria pequeña es diferente, pero no es por ser ingeniera, sino que es la discriminación que hacen algunas personas con las mujeres en general”, concluyó.

Alicia Fernández: Profesora grado 5 y directora del Instituto de Ingeniería Eléctrica.

Rosario Casanova: Profesora grado 4 y directora del Instituto de Agrimensura.

Claudia Lareo: Profesora grado 5 y directora del Instituto de Ingeniería Química.