Desde mayo de 2016, la Fundación Ricaldoni hospeda las oficinas del secretariado de la Asociación Mundial para el Agua (Global Water Partnership- GWP), región sudamericana. Fundada en 1996, GWP es una organización intergubernamental y red mundial de organizaciones involucradas en la gestión del agua que promueve y facilita procesos de cambio hacia la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH). 

“Si el hombre está vivo, el agua es la vida”, reza una canción de Joan Manuel Serrat. El agua es indispensable para la supervivencia y su gestión es uno de los grandes desafíos que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Con 20 años de acción y más de 3000 organizaciones miembro en 182 países, GWP promueve una estrategia participativa para alcanzar la seguridad hídrica y el desarrollo sostenible.

“La acción de GWP apunta a modificar el pensamiento sectorial dominante acerca del agua, promoviendo un enfoque integrado, que tome en cuenta las distintas visiones de los usuarios del recurso y que vele por la conservación de los ecosistemas y el mejoramiento de la calidad de vida”, explicó Lucía Matteo, bióloga y Coordinadora Regional de GWP Sudamérica.

Entidades del sector público y privado, organizaciones no gubernamentales, instituciones académicas, colectivos de usuarios y profesionales, son algunas de las organizaciones que componen la red. Sus miembros se encuentran agrupados en trece Asociaciones Regionales para el Agua, entre ellas GWP Sudamérica, que cuenta con más de 300 organizaciones miembro distribuidos en todos los países del continente y cuyo Secretariado se encuentra alojado en la Fundación Julio Ricaldoni.

“El Secretariado se encarga de ejecutar lo pautado por el Comité Directivo de GWP Sudamérica, llevar adelante la Comunicación, buscar fondos y supervisar los programas que se ejecutan en la región. Por su parte, como institución hospedera, la FJR aloja a las oficinas del secretariado, y realiza la gestión financiera y administrativa de sus fondos”, señaló Matteo.

Mejorar la gestión del agua en Sudamérica

SI bien GWP Sudamérica fue formalmente constituida en 2006, desde 1998 promueve estrategias en la región que buscan generar entendimiento sobre los problemas vinculados al agua y a los procesos que deben ser adoptados para lograr una administración eficiente y sostenible del recurso.

Agua, Clima y Desarrollo es uno de los programas que actualmente se encuentran en marcha. Desde fines de 2013 se aplica en la sub-cuenca Santa Eulalia de Perú y apunta a aumentar la resiliencia climática a través de una mejor gestión del agua. “La iniciativa, a replicarse en otros países de la región, ha permitido mejorar la interacción entre los distintos actores, demostrando que la GIRH es posible en la práctica y es el camino a seguir para lograr resultados sólidos”, explicó Matteo.

Otra de las iniciativas de la red es el Programa de Capacitación en Derecho Internacional de Aguas para América Latina. Apunta a facilitar la buena gobernanza del agua y la cooperación mediante el fortalecimiento de las capacidades técnicas de entidades e individuos que se encuentren en posición de influir y asesorar a tomadores de decisión sobre marcos legales para la gestión de las aguas transfronterizas.

“En el marco del mismo, se realizan talleres de capacitación en distintas regiones geográficas. Hasta el momento más 150 personas han sido capacitadas, principalmente funcionarios de ministerios del ambiente, relaciones exteriores y autoridades del agua. Del 26 al 30 de setiembre se dictará uno en Montevideo centrado en la cuenca del Plata”, dijo la Coordinadora.

El agua en América del Sur

“La mayor fortaleza que tiene Sudamérica en materia de agua, es su abundancia: el 26% de los recursos de agua dulce del planeta están en Sudamérica, lo que incluye a tres de las cuencas fluviales más grandes del mundo –Amazonas, Orinoco y Río de la Plata- y al acuífero Guaraní, uno de los mayores cuerpos de agua subterránea del mundo”, indicó Matteo.

Para la especialista, las principales debilidades del continente vinculadas al uso del recurso, tienen que ver con su desigual distribución a nivel geográfico sumado a los impactos del cambio climático, y con la falta de planificación con una visión integrada y a largo plazo. “Generar políticas más sólidas permitiría reducir los costos de la inseguridad hídrica”, señaló y recordó que “entre los años 1970 y 2012, sequías e inundaciones fueron responsables de las mayores pérdidas económicas del continente”.

“Desde GWP sostenemos que lograr que los países estén mejor preparados para enfrentar este tipo de eventos, hará la diferencia en términos económicos y de calidad de vida de la población. Ese es el desafío en el cual estamos inmersos”, concluyó.